Por: Débora Cabrera Heredia.
La verdadera educación abarca toda la amplitud del ser humano en el período de su vida. Pero supone un eslabón más en la preparación de la vida actual. Es el desarrollo armonioso de las facultades físicas, mentales y espirituales para el gozo de servir en este mundo y en el venidero. La Palabra de Dios reconoce esta verdadera educación cuando refiere: "en Él están escondidos todos los tesoros de la sabiduría" (Colosenses 2:3); y "suyo es el consejo y la inteligencia" (Job 12:13). La verdadera erudición parte del conocimiento del Creador.
Para comprender mejor los elementos que abarcan la obra de la educación hay que considerar tanto la naturaleza del ser humano, así como el propósito de Dios al crearlo.
Cuando Adán fue concebido llevaba en su naturaleza física, mental y espiritual la semejanza del Creador; con el propósito de que cuánto más viviera, más aun reflejara esa imagen y la gloria de Dios. A través de los siglos adquiriría nuevas joyas de conocimiento, nuevos ríos de felicidad, así como nuevos y claros conceptos del poder, la sabiduría y el amor de Jehová. Y habría cumplido así con el objeto de su creación.
Ya que Dios es la fuente de todo conocimiento verdadero, el principal objeto de la educación es dirigir la mente a la revelación que Él hace de sí mismo. Y las Sagradas Escrituras representan la norma perfecta de la verdad, por lo que se les debería dar el primer lugar en la educación.
Referencia bibliográfica: "La educación", de Elena G. de White.
Débora Cabrera Heredia, Secretaria de Comunicaciones de 3IBN Cuba.